El poder de los desencantados - Crónicas de Esperantia

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martes, 29 de mayo de 2007

El poder de los desencantados

Tras la cita electoral de este domingo en España, las cifras, las felicitaciones y las reflexiones se han sucedido a ritmo vertiginoso para dar paso a otra palabra que será la reina en los próximos días: Pacto.

Pero en todas estas reflexiones he notado que muy pocas personas se han fijado en que la opción de los desencantados va cobrando fuerza y se sitúa en posiciones que muchos querrían para sí. En el total estatal más de un tercio del electorado no fue a votar.

Para ser más precisos 22 millones fueron a votar y 12 millones no votaron. Algo que merecería iniciar una reflexión profunda porque en muchas circunscripciones, Barcelona por ejemplo, las cifras se igualaban y la abstención llegaba o incluso superaba el 50 %.

Estos datos, lejos de ser anecdóticos van creciendo elección tras elección y empiezan a configurar un panorama de desencanto que en muchos casos deslegitiman unos resultados en los que sólo una parte del electorado opina. Bien es cierto que nadie obliga a ningún elector a quedarse en casa o le prohibe acudir a depositar su voto, pero el sistema electoral, las circunstancias, el juego, sus reglas y sus connotaciones que, según mi punto de vista están perdiendo su vigencia dos siglos después de que se instauraran como método de elección en las democracias modernas.

La democracia con mayúsculas ha dado paso a un nuevo sistema que podríamos denominar partitocracia en la que los partidos se tornan en jueces y parte y dejan a los ciudadanos como lejanos intermediarios cada cierto tiempo.

Un buen número de electores piensa y con razón que el hecho de ir a votar y apoyar una opción determinada, tal como están las cosas, no va a influir demasiado en el resultado final porque las componendas de pactos otorgan presidencias o alcaldías a personas que no han resultado ganadoras. Es la ley electoral y hay que respetarla, pero quizás habría que ir pensando en cambiar algo la fórmula para que se respetara de algún modo la decisión democrática.

El hecho de que más de un tercio del electorado o, en algunos casos, más de la mitad no participe en la elección de sus representantes es una mala noticia se mire por donde se mire.

No sé dónde está la solución, pero lo que si sé es que tenemos un grave problema que sería necesario estudiar detenidamente.

La imagen la encontré en El Mundo.

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