La democracia según Aznar - Crónicas de Esperantia

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martes, 14 de febrero de 2006

La democracia según Aznar

Hay una cosa que tengo muy clara desde hace tiempo. A mi hijo no lo enviaré a Georgetown para que José María Aznar le de clases. Si quiero que aprenda algo coherente, es el profesor que hay que evitar a toda costa.

El domingo se publicó una entrevista en el diario chileno "El Mercurio" en la que hemos corroborado que este hombre ya no tiene solución:

Según deduzco de la entrevista: Aznar piensa que en Latinoamérica es malo que venzan opciones populistas de izquierda. Esto cree que es un verdadero peligor, ergo, la democracia es buena, siempre que salga la derecha, al que él llama Centro-Derecha.

Cuba, Venezuela, Bolivia y quizá Argentina son los países con más peligro. En el caso de Cuba, estoy de acuerdo con él porque es una dictadura perversa como todas, pero en los otros tres países, se han celebrado elecciones y el Pueblo ha elegido libremente a quién ha considerado más idóneo para que los gobierne. Democráticamente y legalmente por si no se había dado cuenta.

La perla nos la ofrece al final con su particular interpretación de la Guerra de Irak. Dice Aznar exactamente:

"No me arrepiento de haber defendido una posición de intervención en Irak. Me arrepentiría de no haberlo hecho, y que Sadam Hussein estuviera ahí al lado de los Ayatolas con sus bombas nucleares"

No me gusta hablar de política mucho, y creo que tampoco estoy hablando mucho. Esto estaría más relacionado con la psiquiatría moderna. Las dudas que me asaltan son: ¿Qué padres enviarán a sus hijos a estudiar a Georgetown con este profesor? ¿Los alumnos para aprobar deberán aprenderse la verdadera historia para aprobar o tendrán que empollarse la interpretación surrealista de Aznar para pasar de curso?

El líder de la oposición Mariano Rajoy, debe levantarse todos los días temblando: Por un lado tiene a Federico Jiménez Losantos que le está radicalizando a la parroquia. Aznar que va por libre con su interpretación particular de la realidad y a sus acólitos Acebes y Zaplana con una incontinencia verbal que sacaría de quicio a cualquiera.

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