Esta frasecita se me ocurrió el otro día mientras observaba toda la parafernalia del funeral, los preparativos del cónclave y las surrealistas quinielas de papables que hacen gracia, porque todo el mundo sabe que será única y exclusivamente el Espíritu Santo quien tendrá la última palabra sobre la alineación de este "partido" de una sola persona. Aunque tengo alguna preferencia sobre el tema, no me cabe la menor duda de que salga quién salga, no habrá grandes diferencias con respecto a los anteriores. Hablan de que sería preferible que se escogiera a algún cardenal que abriera la iglesia. Esto está bien, pero tendría que abrirla en canal, como a las reses. La iglesia católica, pese a quién le pese, está basada en montones de mentiras que han ido propagando con espadas y hogueras por todo elmundo y además no se bajan del burro, por muy evidentes que sean estas mentiras. En el supuesto de que Jesucristo existíera, hubiera resucitado y estuviera en el cielo, la llegada de los Papas difuntos sería uno delos momentos más divertidos.Ya me imagino al Papa de turno llegar y a Jesucristo esperándolo para preguntarle:¿Qué dices que dije? Einnnnnnn.¿No os habeis cansado de tantas mentiras?
En fin, que esto es lo que hay y habrá que esperar el nombre del nuevo Papa para que nos dé las claves de su pontificado. A ver si se llama Bonifacio IV o Ruperto VII para que las beatas y los meapilas se vayan haciendo las medallas.
Hay muchos católicos que han hecho, hacen y harán buenas obras por la humanidad, pero la iglesia, tal como está funcionando ahora, tiene los días contados. O cambian radicalmente o lo tienen crudo para sobrevivir.
Las profecias que anuncian la desaparición del Papado es una que aparece en la Malaquias, que no es santo, que dice que el que salga ahora será el último.
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