Crisis de la información, de los informadores y de los medios de comunicación. - Crónicas de Esperantia

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domingo, 7 de abril de 2013

Crisis de la información, de los informadores y de los medios de comunicación.

Llevo varios meses comentando, discutiendo y charlando con colegas periodistas lo que le está ocurriendo a nuestra profesión en estos tiempos tan aciagos para el mundo periodístico y, aunque entre todos conseguimos encontrar un buen número de claves para explicar por qué hemos llegado hasta aquí, las soluciones a casi todos se nos antojan demasiado lejanas porque a la crisis de la información se le ha añadido la crisis de los propios medios que, agobiados por las pérdidas, no dejan de enviar colegas a las colas del paro.

No voy a intentar aquí transcribir los intensos debates que hemos mantenido colegas periodistas porque ocuparía excesivo espacio, pero si intentaré resumir qué es lo que se piensa y cómo se vislumbra el futuro más próximo.

Casi todos coincidimos que el excesivo acercamiento, cuando no matrimonio de facto, entre medios de comunicación y/o periodistas a la política, al poder o a determinados partidos para servirles de ariete, ha contribuido en buena medida a colocar a la profesión en el nivel de aceptación que tiene ahora mismo y que debería hacernos reflexionar a todos. 

De un periodismo combativo, luchador, peleón y fiel a la realidad de los años 70 del pasado siglo hemos pasado al periodismo de salón del siglo XXI, donde prima la nota de prensa, la nota de prensa sin preguntas y en el colmo de los colmos la rueda de prensa de pantallas de plasma. 

La mayoría de medios y periodistas se han casado con el poder en un sentido o en otro y viven sobornados en forma de subvenciones por el sistema, ergo, ningún perro muerde la mano del que le da de comer.

El periodista de a pie, en este hábitat surrealista intenta adaptarse al medio bien, obteniendo un puesto en el propio sistema dentro de algún medio pastelero o decide buscarse la vida por libre en plan asilvestrado, aunque adoptar esta alternativa, requiere grandes dosis de paciencia, de tenacidad y unas capacidades mulidisciplinarias que muchos no poseen o que han decidido que otra forma de hacer periodismo no va con ellos.

Los pocos medios que intentan ser fieles a la realidad en todos los casos y no sólo en los que afectan a sus donantes, tienen que lidiar además con la opinión publicada por el resto de medios con lo que se adentran en una especie de guetto informativo en el que la gran masa no suele adentrarse jamás.

Quizás los periodistas deberíamos pensar más en nuestra profesión que en los medios que la mantienen porque, tal como están las cosas, ya no garantizan nada a nadie. Algunos abogamos por unirnos en régimen de cooperativa y ser nuestros propios editores, pero siempre surgen las típicas dudas sobre la viabilidad de una iniciativa que intente contar lo que pasa, contar noticias, ser testigos de la realidad y no ser meros amanuenses de notas de prensa, grabadores de monólogos sectarios o telespectadores de dudosos espectáculos a través de pantallas de plasma.

Sobre el intrusismo exacerbado que nos machaca, no entraré en muchos detalles, pero piensa por un momento en una profesión en la que tras largos años de esfuerzos para obtener unas aptitudes para ejercerla, saltas al mercado y cualquiera puede llevar a cabo esa tarea. 

No sé dónde estará la solución, pero al menos con todas las conversaciones que mantengo con colegas he sacado una conclusión positiva: todos quieren/queremos cambiar la situación y colocarnos de nuevo en el lugar del que nunca debimos salir, el de relatores fiables de lo que está pasando sin mnipulaciones, sin cortapisas, sin sesgos y siendo todo lo honestos que podamos.

Es evidente que nadie es perfecto y que todos y cada uno tenemos una experiencia vital que nos ha aportado una forma de ser y de sentir diferente, de ahí la riqueza que existe a la hora de que varias personas diferentes cuenten el mismo hecho. Hasta ahí todo correcto, pero de eso a contar o narrar exactamente lo contrario de lo que ocurre con el único objetivo de confundir y hacer pensar lo que no es a lectores, oyentes o telespectadores, va un abismo.

No voy a hablar en nombre de todos mis colegas porque difícilmente me represento a mi mismo, pero pienso que hay buenos mimbres par construir un gran cesto y que no todos los que amamos esta profesión nos hemos dado ya por vencidos.

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