La razón de la sinrazón - Crónicas de Esperantia

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viernes, 27 de mayo de 2005

La razón de la sinrazón


Foto: Bandera de euskadi.
No me gusta mucho escribir sobre política y mucho menos sobre la española porque cada día se parece más a El Quijote con la diferencia de que no hay Sancho Panza. Sólo Quijotes por todas partes disparatando por aquí y por allá. Baste tomar como ejemplo lo último de lo que se está debatiendo: La lucha contra el terrorismo versus negociación o tregua o rendición o lo que sea. Ya no se sabe a ciencia cierta qué término se debe usar.

El PP y sus socios mediáticos están acusando al Gobierno de haber pactado, haberse rendido, haber claudicado, no hacer nada, etc, etc con el terrorismo etarra. Por su parte el Gobierno dice lo que está haciendo y lo que no está haciendo que no tiene nada que ver con lo que dice la oposición. El Gobierno hace lo mismo con sus socios mediáticos y la organización terrorista hace lo mismo con los suyos. Un laberinto a fin de cuentas.

Eso es como si acusan a alguien de comprarse un coche verde, a pesar de que ese alguien se compre un coche amarillo o no se compre ninguno. Sorprendente, pero es así. Después hay una guerra de acusaciones por ambos lados y usan como munición a las víctimas del terrorismo, algo que me parece una falta de respeto, de ética y de calidad humana superlativa.

Yo no sé de qué modo se puede solucionar el laberintico estado de cosas del País Vasco ni soy quién para dar consejos, pero me parece que el camino no es la mala sangre, el mal rollo y el enfrentamiento de todos contra todos.

Sinceramente no sé si es bueno hablar o negociar con terroristas o intentan llegar a un acuerdo del tipo que sea con ellos. No me siento capacitado para dar una opinión en uno u otro sentido entre otras cosas porque desconozco profundamente la realidad vasca y no puedo hacer juicios de valor sobre aquello sobre lo que no tengo elementos suficientes. Creo que es una situación tan compleja y tan enrrevesada que requerirá mucho esfuerzo resolverla. Espero que algún día veamos un horizonte más diáfano que contente a todos o a una mayoría de los implicados.

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