La importancia de terminar siempre lo que se empieza - Crónicas de Esperantia

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lunes, 18 de febrero de 2008

La importancia de terminar siempre lo que se empieza

Abres cualquier diario y ahí los tienes, enciendes la radio y son omnipresentes, afortunadamente no le pulso la tecla ON de la tele y no me los encuentro, pero seguro que están ahí. Me apuesto lo que sea.

Comenzamos la semana del inicio de la campaña electoral. Si, esa que llevamos padeciendo ya 4 años y estoy absolutamente aburrido y hastiado de comprobar como en lugar de decirnos qué piensan hacer para resolver los problemas de los ciudadanos nos dicen lo que hacen los rivales. Patético, lo mires por donde lo mires, pero el propio sistema ya es perverso y lo peor es que seguirá siendo así forever porque a los instalados en el meollo no les interesa cambiarlo. Ya les va muy bien así.

Por ello, mejor nos centramos en algo más interesante, curioso y surrealista si quieres. En Docu TVE, están emitiendo unos mini espacios dedicados a los Juegos Olímpicos con píldoras sobre los hechos más destacados de estos eventos deportivos a lo largo de la historia y me encantó la referencia que hicieron a la prueba del maratón de 1912 en Estocolmo.

La jornada vivió un calor sofocante y la mitad de los corredores tuvieron que abandonarla exhaustos. En aquella prueba competía por primera vez un japonés que estuvo acompañado por el fundador del Judo, Jogoro Kano. El atleta japones Kamakury se reveló como una de las alternativas, pero a mitad de recorrido se desvió de su camino y fue a parar a una casa en donde sus moradores le obsequiaron con bebidas refrescantes que le ayudaron a reponer sus ya mermadas fuerzas. Pero se debió sentir tan bien que se quedó dormido en la casa de sus anfitriones y despertó al día siguiente.

Avergonzado, regresó a Japón a escondidas y no facilitó ninguna explicación.

En 1970, el atleta maratoniano, unos cuantos años más crecidito, decidió volver a Estocolmo a terminar lo que había empezado y reemprendió la carrera en el mismo punto donde la dejó en 1912. Consiguió terminar en esta ocasión, pero su marca sólo pasará a la historia como la del atleta que más tiempo ha empleado en cubrir un maratón: 54 años 123 días, 22 horas y 38 minutos.

La historia es real, aunque parezca lo contrario. Y de hecho según algunas fuentes afirman que éste o el otro japonés que intervino en la carrera se paró también a beber una naranjada que le ofreció una mujer sueca desde una ventana. Desapareció durante 50 años.

Reapareció al cabo de ese tiempo en un programa de la televisión y por lo visto se casó con la sueca, se quedó a vivir ahí y tuvo 6 hijos con ella.

La imagen del cartel de la olimpiada de 1912 en Estocolmo, Suecia, la encontré en Emol.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde luego que sentido de la responsabilidad no le faltaba a este deportista, ojalá algunos de los deportistas actuales tuvieran su integridad, aunque pienso que es excesiva su "obligación" de terminar, pero por lo menos seguro que durmió tranquilo después de eso. Curioso



Marina

Anónimo dijo...

El corredor desde luego que era todo un personaje. un verdadero crack. No conocía la historia que si es muy curiosa.

Anónimo dijo...

Increíble la historia. Hay gente de todo tipo en este mundo. Seguro que en los juegos olímpicos hay muchas historias sorprendentes como ésta.

Anónimo dijo...

En ese maratón ocurrieron muchas cosas curiosas por lo que cuentas.

Anónimo dijo...

Desde luego este hombre era de principios. Empezó el maratón y lo terminó. Algo tarde, pero eso es lo de menos.

Saludos